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PROACTIVIDAD

A veces, y solo a veces, tenemos que refugiarnos en relatos y leyendas de esos que nos contaban cuando éramos críos. Los mismos que en determinados momentos nos cubren para hacernos olvidar de la cruda realidad.

A veces, y solo a veces, volver a ser niño es lo mejor que nos puede pasar. Y al igual que optamos en muchos momentos de nuestras vidas por evadirnos mentalmente de aquello que nos aflija, nos atenaza o nos da miedo, también es verdad que es el primer paso para pasar a la acción. Y es que el sentido de nuestras acciones marcan la ruta de nuestra vida, hacer o no hacer. Decisiones que tomamos a cada instante, en muchas ocasiones sin reflexionar, sin meditar preventivamente, acciones que surgen de la improvisación, del devenir de los acontecimientos que te envuelven, ya sea por proximidad o por la inercia que empuja tu propia actividad. Podemos pensar que las cosas ocurren porque se confabulan contra ti, podemos descansar nuestra responsabilidad amparándonos en teorías de conspiración, pero de nada sirve desviar la atención sobre lo que cada día encontramos en el camino.

El sentido de nuestras acciones determinará la fortaleza con la que afrontamos nuestras iniciativas y también los problemas, estos, que ponen a prueba la resistencia de las convicciones que estructuran nuestra personalidad. Por ello el «Sentido de nuestras acciones, marcan la ruta de nuestra vida».

¡ A VIVIR!

VALEN/20
JLA/20

EL AMOR VERDADERO

En este día me vino un pensamiento a la cabeza y me gustaría compartirlo con vosotros/as.

-Os habéis preguntado algu8na vez, ¿ qué es el amor verdadero? Yo sí. Y he llegado a esta conclusión: PARA MÍ EL AMOR VERDADERO CONSISTE EN ESTO: EL AMOR ES BENIGNO, NO TIENE ENVIDIA, NO SE ENVANECE NI GUARDA RENCOR, MÁS NO HACE NADA INDEBIDO.

¿Por qué escribo esto hoy? Pues porque creo que hoy en día estos valores se están perdiendo; sino párate y mira a tu alrededor, las muchas personas que por alimentar su ego, su yo y su comodidad son capaces de pisotear al que tienen al lado, creyéndose mejores personas que los demás.

-Qué equivocados están. ¿Tú que crees? Nadie somos ni mejores ni peores que nadie, pues todos tenemos el derecho a llevar una vida digna y a una ayuda. Tendemos a prejuzgar lo desconocido sin dar una oportunidad.

Amigo/a quisiera invitarte a que cada uno/a recapacitemos, parándonos un momento y hacernos un examen personal sobre nuestro comportamiento, primero para con nosotros mismos y sobre todo para con el que tenemos al lado; posiblemente te darás cuenta de lo que falla en tí y verás que no hay tanta diferencia como tú posiblemente pensabas que la había entre las personas.

Antes de juzgar a alguien, deberíamos ponernos en sus zapatos y ayudarle en lo que esté en nuestras manos.

Aquí os dejo esta reflexión con la esperanza de que os sirva para poder construir y edificar vuestra vida con buenos cimientos ¡Ánimo chicos/as! que con esfuerzo llega la recompensa.

Ilustración: VAL 20

Redacción: VAM

Mi humilde homenaje a los PROFESIONALES del C.A.I.

Educadores

«Un anciano se encuentra a un joven a que le pregunta:
– ¿Se acuerda de mí?
Y el anciano le dice que NO.
Entonces el joven le dice que fue su alumno.
A lo que el profesor le pregunta:
– ¿Qué estás haciendo, a qué te dedicas?
El joven le contesta:
– Bueno, me convertí en EDUCADOR.
– Ah, qué bueno ¿ cómo YO? (le dijo el anciano)
– Pues, sí.

De hecho, me convertí en educador porque usted me inspiró a ser como usted.
El anciano, curioso, le pregunta al joven qué momento fue el que lo inspiró a ser Educador.
Y el joven le cuenta la siguiente historia:
– Un día, un amigo mío, también compañero, llegó con un hermoso reloj, nuevo, y decidí que lo quería para mí y lo robé, lo saqué de su bolsillo.
Poco después, mi amigo notó el robo y de inmediato se quejó a usted. Entonces, usted se dirigió al grupo:
El reloj de su compañero ha sido robado.
El que lo robó, por favor que lo devuelva.
No lo devolví porque no quería hacerlo.
Luego usted, cerró la puerta y nos dijo a todos que nos pusiéramos de pie y que iría uno por uno para buscar en nuestros bolsillos hasta encontrar el reloj.
Pero, nos dijo que cerráramos los ojos, porque lo buscaría solamente si todos teníamos los ojos cerrados.
Así lo hicimos, y usted fue de bolsillo en bolsillo, y cuando llegó al mío encontró el reloj y lo cogió.
Usted continuó buscando los bolsillos de todos, y cuando terminó, dijo:
– «Abran los ojos. Ya tenemos el reloj».
Usted no me dijo nada, y nunca mencionó el episodio.
Tampoco dijo nunca quién fue el que había robado el reloj.
Ese día, usted salvó mi dignidad para siempre.
Fue el día más vergonzoso de mi vida.
Pero también fue el día que mi dignidad se salvó de no convertirme en mala gente. Usted nunca me dijo nada, y aunque no me regañó ni me llamó la atención para darme una lección moral, yo recibí el mensaje claramente.
Y gracias a usted entendí que esto es lo que debe hacer un verdadero educador.
¿Se acuerda de ese episodio?
Y el Educador responde:
– «Yo recuerdo la situación, el reloj robado, que busqué en todos, pero no te recordaba, porque yo también cerré los ojos mientras buscaba.»
Esto es la esencia de EDUCAR:
Si para corregir necesitas humillar; no sabes educar».

Y es que éste relato me recuerda a esos PROFESIONALES a los que muchas veces recurro (les doy la lata) en El Centro de Acogida de Alicante.
Veréis, en el tiempo que llevo aquí no ha habido día que por una razón u otra no deje de observar la excelente, excepcional y oscura labor que realizan para con nosotros. Algunos dirán que para eso han estudiado, otros que para eso les pagan y el resto pues como las encuestas, no saben o no contestan.
Pero para mí que he tenido la suerte de dedicarme a la docencia, reconozco que son mi debilidad y ha sabiendas de que me puedan acusar de no ser objetivo, aquí dejo mi impronta.
Tener la cualidad de cumplir fielmente a los objetivos que les marca la dirección en un mundo tan variado y cambiante como el nuestro, el de los residentes del centro donde la procedencia de los usuarios, la nacionalidad, la cultura, la religión, el idioma y los usos sociales les obligan a estos PROFESIONALES a saber adaptarse a los tiempos que corren (la pandemia) y a las necesidades de cada usuario (físicas, psicológicas, de salud o de vulnerabilidad social) es fundamental para la convivencia de tantos que somos y para ellos.
Actualmente todo sucede a un ritmo pausado, de suspense, rayando lo aséptico, lo que les obliga a ellos a enfrentarse un día sí y otro también, a saber conjugar sus labores profesionales con los protocolos sanitarios propios de un centro con unas características tan especiales como el CAI. Cuya situación deben controlar para que no nos pille el virus y se añada a nuestra mochila de desafectos.


Gracias EDUCADORES del CAI por ofrecernos el acceso a cualquier tipo de recursos para hacer nuestra «vida» más llevadera y hacernos evolucionar a mejor persona, algo que como USUARIOS debemos saber aprovechar.

VALEN/20
JLA/20