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Peligro, estafas…

imagesJ.M.

Aprovecho este espacio para dar a conocer mi experiencia dentro de mi proceso de búsqueda de empleo y evitar así que  le pase a otra gente.

Me ofrecieron una plaza de trabajo en Camerún. En principio todo bien, un buen sueldo, posibilidad laboral, incluye alojamiento, todo perfecto. En el momento de sacar los pasajes, que en principio iba a pagar la empresa, me piden dinero «para las tasas de embarcamiento»… allí se estropea todo y se descubre que es una estafa.

Resulta vergonzoso que haya gente que trate de aprovecharse así, precisamente de aquellos que estamos dispuestos a ir en cualquier sitio para conseguir un trabajo que nos permita vivir dignamente.

La voz del mendigo

Mario. Alicante 7 de abril de 2015

Castillo AlicanteTras muchos años viviendo una vida cómoda, paseando y mirando los distintos mendigos que solían pedir en las calles, a los cuales veía como lo más bajo que una persona puede llegar a caer, por causas en parte provocadas por mí, en parte por los políticos y su incompetencia para evitar una crisis que se veía venir e hiciera estragos en la sociedad. Mi falta de previsión provocó que lo que yo mismo veía como «estorbos» de la sociedad, me viera yo mismo convertido en un «estorbo».

Primero me vi en la calle, no mendigaba, solo cogía colillas del suelo y ceniceros para poder fumar, iba a las iglesias con Cáritas a por comida y con eso, iba sobreviviendo. Pero con el tiempo sí cai en la mendicidad, sentado en la calle con un cartel y avergonzado pedía dinero o comida a la gente que paseaba o iba de compras.

Allí me di cuenta de mi actitud anterior, cuando me iba bien, miraba a los mendigos y los catalogaba o pasaba por su lado sin mirarlos, como si fueran invisibles. Ahora soy yo el que necesita esa ayuda que mucha gente me niega, gente que me mira y piensa como pensaba yo: «tú te lo has buscado», «si no te drogases o bebieses no te verías en la calle», etc.

La gente te ve y te ignora, te catalogan y juzgan sin conocer la realidad. La diferencia entre el euro que me das y el que me niegas, es que, si no me lo das, tú te tomas un cafe y yo no como o ceno.

Cuando estoy en la puerta del supermercado y veo como la gente me mira, me ignora o pasa de largo, ni siquiera siento odio ni desprecio, sus razones tendran para actuar así. Solo puedo estar agradecido a aquellos que tienen buen corazón y comparten un poco de lo que tienen para que yo pueda comer, cenar, fumar o tomarme algun café. Y para aquellos que solo comparten miradas, ignorancia o desprecio hacia los mendigos, decirles y desearles que no se vean el día de mañana en mi situación.

No es más feliz el que más tiene si no el que menos necesita, y a pesar de no tener nada soy feliz, porque necesito lo mínimo y nada más.

Relato roto

Autores: Pedro David Rodríguez Picazo (enfermero, equipo de calle del CAI-Alicante), Asunción Sánchez Martínez (trabajadora social, equipo de calle del CAI-Alicante) y  Fidel Romero Salord (antropólogo, técnico de apoyo a dirección CAI-Alicante)
Publicado en: Boletín FSC. 31 marzo de 2015

RelatoRotoAmanece, me cobijo entre mis mantas. Estoy protegida, no importo a nadie. Estoy aquí, soy una papelera, un semáforo de luces que incordian. Oigo voces, mis luces me hablan, son mis amigas que hablan, hablan, hablan… ¡Callad ya! ¡Dejadme sola en mis mantas! Como cuando quiero y una buena mujer me deja usar el baño. Una pareja azul de servicios sociales vienen a visitarme. A veces vienen, ¿por qué vienen?, ¿por qué hoy vienen de azul? Sonríen, me regalan unos zapatos. Los descoseré y los haré a mi medida, a mis amigas no les gusta el azul. El señor gordo quiere que me marche, no me quiere, solo tengo a mis amigas que hablan… quiero estar sola. Hoy es azul, un lunes azul. Viene la policía, me pide que los acompañe. ¿Por qué?, yo no hago nada malo… La gente me mira. Me abrigo con mi albornoz y mis guantes blancos. Me llevan, ¿dónde voy?, ¿y mis cosas? El edificio es muy ruidoso, todos hablan y me preguntan, mis amigas también hablan, quieren que les cuente mi vida, mi intimidad, mi tristeza, mi soledad, ¡por qué no me dejan en paz!

[…] Queja vecinal reiterada por ocupación de la vía pública y otras molestias […] mujer,  extranjera, sin documentar, vulnerabilidad, orden de comparecencia en juzgado, petición de fiscalía, valoración del médico forense, auto de internamiento […] Ingreso en unidad psiquiátrica, apertura historial médico: soliloquios, episodios de “heteroagresividad”, mutismo, estereotipia, conductas disruptivas y aberrantes, ideas referenciales. Cuadro psicótico en estudio. Prescripción de neurolépticos atípicos: risperidona inyectable intramuscular 37,5 mg cada 14 días. Olanzapina 5mg vía oral bucodispersable diaria. […] estabilización de la paciente, derivación a Centro de Acogida, programas de urgencia sociosanitaria […] no adherencia al tratamiento ni percepción de enfermedad, negativa del sujeto a ingresar en un programa de larga estancia, vuelta a la situación de calle.

Este microrrelato es una ficción; no obstante, si hay algún parecido con la realidad —lo cual es bastante probable— será porque, de tanto en tanto, estas situaciones forman parte del quehacer del equipo del Programa de Calle del Centro de Acogida e Inserción para Personas Sin Hogar (CAI),  centro perteneciente al Ayuntamiento de Alicante, gestionado por FSC.

Es un relato roto. La fractura no está solo en los problemas de salud mental o el sinhogarismo de la protagonista. La narración está rota, porque entre el primer párrafo y el segundo hay una fisura insalvable, son dos discursos que se yuxtaponen sin continuidad. El discurso de la persona que pide que la dejen en paz y el discurso vecinal, policial, jurídico, psiquiátrico y social de aquellos profesionales que intervenimos. Resulta paradójica, incluso violenta, esta fisura y esta dificultad de conciliar la estrategia, los tiempos, las experiencias vitales y los procesos de intervención de una y otra mitad del texto. (ver artículo completo)